Ayudar… Las personas y la ayuda.
Están las personas que:
- saben recibirla
- les cuesta recibirla
- la dan sin problema
- les cuesta darla
Y luego tenemos las combinaciones, donde encontrarnos personas que:
- saben dar pero no recibir
- saben recibir pero no dar
- no saben ni dar ni recibir
- saben dar y recibir
Obviamente, está claro lo ideal 😉
¡Ahora te explico mejor de qué va todo esto!
He vivido una época estresante (¡para qué vamos a engañarnos!). El postparto es una montaña rusa emocional. En esta etapa el verbo “ayudar” se hizo casi el protagonista de mi vida. Sentía que no sabía ayudar a mi bebé (soy madre primeriza), que me daba vergüenza pedir tanta ayuda, que no sabían ayudarme como quería, que no me daban ayuda los que quería, etc.
Un día me paré y escribí lo que he escrito al principio sobre “las personas y la ayuda”. Al hacerlo, salí de mi papel de víctima que me había montado y empecé a querer entender mejor…
CONCLUSIONES:
1. AYUDAR PARA TENER MENOS ESTRÉS
Voy a empezar nombrando al Dalai Lama, la Universidad de Yale y la Neurociencia: ¡Agárrate que allá vamos!
El Dalai Lama nos dice bien clarito:
SED EGOISTAS, AMAROS LOS UNOS A LOS OTROS
Y un estudio de la Universidad de Yale (hecho por la Doctora Emily Ansell) le da la razón: parece que las personas que son amables y ayudan a los demás, tienen una mejor salud porque viven menos estresadas y ansiosas.
¿Cómo es posible?
Porque ayudar mejora el estado de ánimo al aumentar la producción de la dopamina y oxitocina, las cuales nos hacen sentir llenos de energía y felices. Además, la Neurociencia social (una nueva modalidad) dice que estamos programados para ayudar. Si prestamos atención al otro, inmediatamente nos sentimos como él. No tenemos que ser ni familia ni amigos, todo pasa por las neuronas espejo que tenemos en común. Estas neuronas activan en nuestro cerebro las áreas activadas en el del otro y si la otra persona nos necesita, estamos listos para ayudarla.
*por cierto, los psicópatas tienen dificultades con ellas (por eso su falta empática).
Vale: entonces ayudar es genial para nuestro bienestar y nos sale solo, pero ¿por qué no lo hacemos siempre que podemos?
2. SALIR DE MI OMBLIGO
Según Daniel Goleman , psicólogo autor de Inteligencia Emocional (1995), no aprovechamos todas las oportunidades para ayudar porque nuestro foco apunta en la dirección equivocada. Y es que, normalmente, nuestra atención se dirige hacia nosotros mismos: ¡estamos ensimismados! Y si estamos preocupados todo el tiempo por nosotros, no percibimos realmente al otro, no conectamos con él porque nuestras neuronas espejo no tienen oportunidad de vincularse… ¡No lo vemos!
La sociedad actual fomenta el individualismo, lo sabemos, y con ello no hace más que ayudar a que crezca el estrés y la depresión. ¿Por qué ? Porque estamos programados neurológicamente para ser sociales. Nos necesitamos los unos a los otros y al no hacerlo vamos contra natura, aumentando todo tipo de patologías mentales y emocionales.
¿Y qué podemos hacer? Simplemente fijarnos en el resto de seres humanos,
darnos ese tiempo para darles el foco, percibirlos y… ESCUCHAR.
3. ESCUCHAR + PARA AYUDAR +
Pongamos por ejemplo la ayuda al desarrollo que recibe África. Ernesto Sirolli (experto en desarrollo sustentable), en su charla TED, afirma que dar ayuda simplemente no funciona. ¿Y qué propone? ¡ESCUCHAR antes!
Cuenta que quisieron fomentar la agricultura en una zona africana y que, al terminar el proceso, llegaron los hipopótamos y arrasaron con todo. Simplemente no habían preguntado antes a los habitantes por qué no tenían agricultura.
Habían dado por supuesto que ellos, “inteligentes europeos”, tenían la solución a un problema, sin consultar antes a los propios protagonistas.
Su conferencia tiene este título: Want to help someone? Shut up and listen!
Más claro el agua 😉
Y es que escuchar es la clave para cualquier ayuda. A veces, incluso, el otro simplemente quiere hablar, desahogarse… No quiere consejos, ¡simplemente una oreja! ¡Y cuánto puede ayudar esa oreja!
Una oreja no juzga, por ejemplo. Si seguimos escuchando en silencio, quizás llegue el momento en que el otro nos diga: “¿Qué opinas?“, “¿Se te ocurre algo?” ¡Y es ahí donde “atacamos” con nuestro arsenal de ayuda!
Nunca debemos olvidar que a nadie le hace bien quedarse con sus penas y planteamientos solo… ¡El altruismo ha sido y es fundamental en el desarrollo humano!
Siempre debemos recordar que ayudar no tiene porqué ser dar, hablar, accionar… Puede ser simple: AYUDAR = ESTAR
Lo mismo pasa con nosotros mismos: a veces pensamos que haciendo y pensando muchas cosas nos estamos ayudando, cuando simplemente pasa por escucharse más a uno mismo y ESTAR EN EL AQUÍ Y AHORA.
4. AYUDARME A MI MISMA
Ya hablamos un día de la norma del avión:
En caso de una despresurizarían de la cabina, se abrirán los compartimentos situados encima de sus asientos, que contienen las máscaras de oxígeno. Los pasajeros que viajen con niños, deben colocarse la máscara a ellos mismos primero y después colocársela a los niños
Normalmente, solemos querer ayudar o pensar en los demás sin detenernos a reflexionar sobre nosotros. ¡Estar bien uno, crecerse, entenderse, conocerse, desarrollarse es de los mejores procesos que alguien puede emprender y que yo puedo recomendar!
Puede ser, también, que cuando empecemos un proceso de crecimiento personal estemos muy centrados en nosotros mismos… ¿te suena? ¡Como si nos pusiéramos la mascarilla y nos olvidáramos del de al lado!
A veces nos hemos pasado tanto la vida poniendo la mascarilla al otro y perdiendo nosotros la conciencia, al olvidar la nuestra, que ya no tenemos ganas de pensar en nuestro compañero de viaje…
El asunto, como todo, es cuestión de equilibrio. El crecimiento personal debe estar acompañado de voluntad de ayuda, entrega al otro, altruismo… CON UNO MISMO Y CON EL OTRO! Al final, todo es lo mismo porque ayudar al otro se convierte en ayudarse a uno mismo, como decíamos antes. Además, sales de tu ombligo y lo ves todo en perspectiva, ¡te sientes útil, necesario, valioso!
Y ya por último, y no menos importante:
5. PEDIR AYUDA PORQUE SOY GENIALMENTE VULNERABLE
Todo un tema ya que pedir ayuda nos hace sentir vulnerables y al ser humano le gusta sentirse seguro, controlar… ¿Entonces mejor no pedirla?
Ni hablar: lo mejor que te puede pasar es aceptar y mostrar tu vulnerabilidad. Puedo decirle al mundo que no soy perfecto, que lloro y me equivocó y todo estará bien ¡o MEJOR!
¿No me crees? Como no me quiero enrollar más,voy a hacer lo que hago siempre: Recomendar en mayúsculas y de forma persistente la charla TED de Brené Brown, la experta en VULNERABILIDAD.
Ella te convencerá de que ser feliz es tener el control de… ¿nada?
También está la opción de no querer recibir ayuda por orgullo. Hay personas que sienten que el pedir ayuda significa que han fallado en algo, que no han podido solos y lo viven como una total derrota. ¿Y qué es la derrota sino ser vulnerable?
Si puedes reconocer tu vulnerabilidad en la derrota,
aprendiendo de la enseñanza y no viendo el fracaso,
y aceptar humildemente tus victorias,
viéndote entre ellas como una más entre todos,
tuya es la tierra y todo lo que hay en ella
Rudyard Kipling
MÁS RECOMENDACIONES
UN CONSEJO
Sobre como ayudar al otro nos ayuda a nosotros
UNA CONFERENCIA
De Daniel Goleman, sobre la que me he basado al inicio:
UN LIBRO
Extenso, profundo e interesantísimo sobre el altruismo:
“En defensa del altruismo” Matthieu Ricard
UN EJERCICIO
Sencillo: ayuda durante un día entero de forma consciente. Por ejemplo:
- Haz esa llamada a esa persona que sabes que necesita que le des tu oreja (y que hasta ahora no has tenido tiempo para hacerlo).
- Piensa de qué manera puedes colaborar como voluntario en tu tiempo libre, alguna vez en tu vida (aunque sea una vez sólo).
- Pregunta a alguien en qué le puedes ayudar.
- Pide ayuda para algo que necesites.
La idea es tomar consciencia de lo valioso que resulta este verbo y hacerlo cada día más tuyo.
Un beso enorme y ¡espero haberte ayudado! Tú lo has hecho conmigo al leer hasta aquí.
WE LOVE YOU
PD: La imagen de este artículo es de Tess Comrie